Un equipo de investigadores de Estados Unidos ha conseguido que un robot molecular fabricado con ADN se ponga en marcha, se mueva, cambie de dirección y se detenga de manera completamente autónoma. Con forma de araña con cuatro patas, el robot recorrió un entorno creado específicamente para controlar sus movimientos. Este logro podría tener importantes implicaciones para la medicina: si los robots moleculares llegan a desarrollarse plenamente, servirán para portar medicamentos a las células e, incluso, para curar tejidos dañados.
Así, en teoría, los robots moleculares podrían ser programados para percibir su entorno (por ejemplo, la presencia de marcadores de una enfermedad en la célula), tomar una decisión (que la célula es cancerosa y debe ser neutralizada) y actuar en consecuencia (liberando una carga de medicamentos anticancerígenos).